La crisis

Todo comenzó un día como otro cualquiera, con el sonido de mi despertador, a las 7:35. El mismo despertador que repetiría ese sonidito tan odioso cada 5 minutos hasta las 11 de la mañana. Es la ventaja de ser estudiante de una universidad donde los profesores no valen ni para ser funcionarios: te puedes quedar durmiendo sin remordimiento de conciencia.

Después de un merecido desayuno por mi ajetreada y trabajosa mañana, como buen español, decido encender la tele. Canal tras canal, todos hablaban de lo mismo: ¡Crisis! Crisis viene crisis va. Mis ojos no lo podían creer, el pueblo español, por fin se había dado cuenta de la gran crisis que atraviesa España:

Un país donde el mayor pasatiempo de la gente es la televisión, y yo no quiero señalar a nadie: Telecirco, un canal donde pagan a una persona X euros – quizás X se quede corto – por demostrar que no sabe hacer la O con un canuto, y encima mostrarse orgullosa de ello. Después la llaman “La princesa del pueblo” ¿y pretenden que el pueblo lo acate? normal que el pueblo español proteste por esta crisis cultural que pasamos. Y no es que sea un caso aislado, pues 24 horas de programación de princesas del pueblo demostrando su incultura llegan a cansar, ¡por fin España se subleva!

Un país donde el periódico más leído es uno deportivo, que por no ser, no son ni neutrales. ¡Normal que se subleven! Con un periodismo tan corrupto que abusa de su poder: el de la información, y lo usa única y exclusivamente para acaparar más lectores ¿Dónde quedó aquel periodista que tenía por honrada labor informar al pueblo?

Y ya si hablamos de corrupción, o de política (a estas alturas, lo mismo es), no quiero dar nombres (Jose Miguel Zerolo o Francisco Camps entre otros tantos), que se sacan la lotería 145 veces en 2 semanas,  ¡Vaya suerte Zerolo! O se compran trajes con dinero público, y después, ¡hasta vuelven a salir elegidos!

 Un país donde un alcalde de un municipio de una isla, Arona, cobra más que el presidente del gobierno, y cuando le preguntan por ello responde:

-“Sí, es verdad, pero el alcalde de Santa Cruz de Tenerife (otro municipio de la isla misma isla) cobra todavía más que yo”

Después de semejante defensa lógica y fundada en razones irreprochables, damos con que dicho alcalde de Santa Cruz es un viejo amigo nuestro -quiero seguir siendo parcial así que no daré el nombre, pero su apellido empieza por "Ze-" y acaba por “-rolo”-, ¿y pretenden que el pueblo no se dé cuenta?¡Que no somos estúpidos!¡Tenemos que acabar con esta crisis de justicia! ¡Abusan de nosotros!

Pretenden que una persona vea normal que llegue a su casa a las 7 de la tarde después de una dura jornada de trabajo – aquel afortunado que lo tenga- y encienda la tele (como buen español), y vea a “su princesa”, la cual cobra en un mes lo mismo que él en un año, diciendo las únicas estupideces que sabe decir, esas por las que cobra lo que cobra, ¡Normal que quieran acabar con esta crisis! ¡Abusadores! 

Un país donde la enseñanza es tan mala que no merece ni ser mencionada, donde las plazas de cada carrera no van acorde a la necesidad de trabajadores del país en ese sector. Un país que tiene tantos titulados universitarios que éstos tienen que aceptar trabajos que no corresponden a sus estudios, trabajos que a lo mejor le deberían corresponder a otras personas que cobran millones por salir en la tele. Y como no puede ser, y hay que poner un tope, dificultamos la entrada a la universidad, ¿cómo? ¿dificultando las pruebas de acceso y así dejar entrar sólo a los más cualificados? No, inventando un “plan europeo” llamado grado, y subiendo el precio de la universidad. O sea, que en vez de poner un listón formativo más alto, para formar a mejores trabajadores, el listón que subimos es el económico, así podrán ir los hijos de todos los Zerolos o Camps sin ningún problema, y pretenden que el pueblo lo acate. ¡Por fin España se subleva contra esta gran crisis que está acabando con el país!

Todo eso y mucho más pasó por mi cabeza al oír lo de la crisis, todo eso que rompería en mil pedazos, como las ilusiones de muchos españoles de vivir en un país del que sentirse orgullosos, pocos segundos después, al descubrir que sólo hablaban de dinero, la crisis de la que hablaban ellos no era la misma de la que hablaba yo, era sólo dinero, así que apagué la tele, y aunque me acabara de levantar, me volví a dormir.

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