La
conocí en una ciberfiesta, que es como una discoteca, pero por internet. Desde
que vi su avatar supe que quería conocerla. Empecé a buscar mil formas de
acercarme a ella. Una sensación de nerviosismo recorrió mi cuerpo que derivó en
sudor y tembleque de mis dedos cuando procedía a dar la orden a mi avatar de moverse hacia el de ella. Una vez allí, ella se encargó de abrirme chat:
-Hola
guapa. Pues buscaba una sonrisa que diera luz a mi vida.
Así
comenzamos a chatear y después de media hora, sabiendo ya su nombre, decidí dar
el primer gran salto: le envié la petición de amistad en Facebook. No pasarían
ni 2 minutos para recibir la notificación de aceptación, y comenzaba la
siguiente fase: Comprobar si era en las fotos tan guapa como el emoticono,
o si era una de esas farsantes que sabe camuflarse.
Después de haber repasado todas sus fotos y
ver lo simpática que es, decidí que debía ir a por todas, así que después de intensas
noches chateando le pregunté si desearía
dejar de lado el chat y pasar al siguiente nivel, en el que podremos vernos y oírnos.
Ella, algo nerviosa por lo rápido que estaban aconteciendo los hechos, accedió
algo dubitativa a la propuesta. Por fin la vería y la oiría, la cita será por
skype, la noche siguiente.
La cosa
progresó como era de esperar, y pronto cambiamos nuestros estados de: “soltero”,
a: “tiene una relación”. La decisión fue apoyada por mis padres y los suyos que
rápidamente le dieron a “me gusta” en nuestra publicación.
Todo
marcha viento en popa, ha pasado ya 1 año y 10 meses desde que salimos juntos,
2 años desde que nos conocimos y ya prácticamente conozco a toda su familia. La
encargada de romper el hielo sería su hermana pequeña, que me envió la petición
de amistad a los 2 meses de empezar a salir, y así hasta llegar a su madre, que
era la más reacia a nuestra relación, ya que decía que en mi perfil salían
tantos trabajos desempeñados en mi pasado, que no estaba segura de si sería
capaz de asentarme en uno.
Lo cierto,
es que al final ella también accedió, pues su hija es feliz conmigo y la
felicidad de su hija es lo más importante
para ella. A día de hoy, estamos
pensando en casarnos y concebir nuestro primer hijo, y estamos tratando de
superar las barreras que el destino nos ha puesto para obtenerlo.
Probablemente, le enviaré algo de semen por correo, y allí ya se encargarán de
la fecundación in vitro. No dejo de pensar en que esa sería la ocasión perfecta
para ver a mi futura esposa por primera vez en persona: El día del nacimiento
de nuestro primer hijo.
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